Metal Gear Solid es una de las sagas más conocidas y
relevantes de la historia de los videojuegos. Y es que todo el mundo que haya
cogido alguna vez un mando para jugar, aunque no haya tocado la franquicia
nunca, le suena el nombre. Estamos ante el que esta vez sí parece que será el
último Metal Gear de su creador, Hideo Kojima, por sus problemas con Konami. Y
el descenso definitivo de Big Boss a los infiernos. Con todos estos ingredientes,
creo que nadie querrá perderse la última gran aventura de Snake, ¿verdad?
Es evidente que un lanzamiento de la relevancia de Metal Gear Solid V traerá tras de sí, entre otras muchas cosas, controversia. Habrá gente que lo ame y gente que lo odie, habrá gente que esté de acuerdo con los cambios introducidos por el estudio japonés y gente que los detestará, y habrá gente que lo ponga como obra maestra y gente que lo aborrezca. Pues bien, en este caso , eso se ha visto elevado al cubo por varios motivos más que polémicos que rodean al juego y que explicaremos en el
texto.
El juego empieza tras los sucesos que se vivieron en Metal
Gear Solid: Ground Zeroes. La historia se cimenta en las sed de venganza de Big
Boss y Kazuhira Miller por todo lo ocurrido en su antigua Mother Base, a la vez
que intentan volver a crear una nueva Base Madre y un nuevo ejército de
mercenarios que trabajen bajo su mando. Es evidente que el argumento del juego,
por estar encorsetado entre MGS Peace Walker y los primeros Metal Gear de MSX, no puede ser tan complejo o forzar la
introducción de muchos personajes que no existían ya en el extenso universo que
Kojima ha creado a lo largo de 28 años, desde aquel 1987 donde veía la luz su
primer juego.
La historia es uno de los puntos de discusión, ya que en
primer lugar, está mucho más diluida y con menos peso que en las anteriores
entregas, cosa que muchos agradecerán. Pero en este caso, la historia no ha
sido sólo reducida en carga e importancia, sino que está contada de una manera
intermitente debido a la forma de narrar el juego en forma de misiones
individuales, sin continuidad y muchas veces sin relación entre ellas.
Un sistema que ya vimos en Peace Walker y que en ese caso,
estaba justificado dado el carácter portátil de la consola de Sony. Pero en
este The Phantom Pain se siente de una manera mucho más negativa, sin
continuidad y con ciertos momentos intensos que se ven incomprensiblemente
cortados por un "Continuará" que no ayuda a la inmersión dentro del juego.
Por si fuera poco, este sistema nos llevará a un total
de 50 misiones principales donde más de la mitad podrían pasar por secundarias,
dado su absoluta intrascendencia dentro de la historia. Misiones del tipo extraer
a un soldado para tu base o matar a un general enemigo, que no avanzan la
historia y se nota y se sienten como un relleno descarado e innecesario. Por no
hablar de la repetición de misiones que aparecen en el acto dos,
un acto que parece que se ha terminado deprisa y corriendo, suponemos por todos
los problemas ya conocidos entre Kojima y la empresa japonesa.
Tres cuartos de lo mismo con las misiones secundarias, donde
aquí el número asciende a 150 misiones, de las cuales sólo un puñado de ellas
avanza la historia. Si a eso le añadimos que hay aproximadamente una decena en
cuanto a variedad y las demás son repeticiones con el mismo esquema, esta
sensación de deja vu constante
aumenta significativamente.
En lo que se refiere a la jugabilidad, Kojima y su equipo han
creado el que quizá sea a día de hoy el mejor juego de infiltración hasta la
fecha. El control sobre Snake es magnífico, con una cantidad de posibilidades
que se notan naturales e intuitivas, y en pocos minutos sabrás manejar el
completo y complejo sistema de juego que Kojima nos propone. Es un juego lleno
de posibilidades, que apoyado en su mundo abierto (otra decisión dudosa) nos
permite afrontar cada misión de mil formas y caminos distintos, enriqueciendo
el gameplay hasta límites por ahora nunca vistos.
Es evidente que la saga ha alcanzado una madurez enorme en
esta entrega llegando a las cotas de calidad más altas en lo jugable que nunca se
habia visto en un Metal Gear.
Quizá echemos de menos un mayor número de cantidad y calidad
en los jefes finales. Si bien es cierto que el listón estaba altísimo con la
Unidad Cobra de MGS3 y con los miembros de FOX HOUND del juego de PSX. En The Phantom Pain los enemigos finales no están a la altura.
Pero como antes he comentado, la decisión de hacerlo en un
mundo abierto tiene cosas positivas y negativas. Y es que se ha limitado a
simplemente dos escenarios (Afganistán y la frontera de Angola y Zaire), que
además de hacerse escasos, están prácticamente vacíos y sin vida. Esto también
supone una pérdida importante de relevancia en el uso de interiores, donde esta saga siempre había destacado. Eso sí, los pocos que hay son de una calidad excelente
tanto en posibilidades como en recreación, lo cual hace que dé todavía más
rabia.
El apartado sonoro es otro que no se libra de críticas. Y
pese a que la banda sonora tanto en cantidad como en calidad vuelve a rozar lo
excelente, el sistema de mundo abierto hace que pierda importancia dentro del
gameplay. Está compuesta por un gran número de canciones famosas de los años 80
(tendremos desde A-ha con su Take on me,
hasta Europe y su The Final Countdown)
donde tendremos que encontrar sus cassettes y ponérnoslas en el walkman en
cualquier momento que queramos escucharlas. Por supuesto también hay canciones
de creación propia, y es ahí donde roza la excelencia, con temas sublimes como Sins of the father o Quiet´s theme. Además el doblaje vuelve
a estar a la altura que nos tienen acostumbrados, con unos actores de doblaje
como Troy Baker y por supuesto Kiefer Sutherland en el papel de Big Boss que
hacen un papel excelente. Quizá echemos en falta una mayor presencia en cuanto
a diálogos del propio Big Boss, pero esto es algo que nos guste o no, queda
justificado en el argumento del juego.
Gráficamente el juego demuestra que todo el presupuesto
destinado al nuevo Fox Engine del que hace gala ha sido más que merecido. Pese
a ser un juego inter-generacional, en las versiones de nueva generación
mantiene un nivel de detalle altísimo, con unas expresiones faciales de un gran
nivel y una recreación realista y bonita tanto de escenarios como personajes.
Además es meritorio que todo se mueva a unos rocosos 60 fps en todo momento,
dando todavía más un punto a favor a su magnífica jugabilidad. Es un juego que en todo momento se siente
realmente de nueva generación en el aspecto técnico.
Podría extenderme mucho más hablando por ejemplo de su controvertido
final , de la grandísima idea de dificultad dinámica que se va adecuando a
nuestra manera de jugar, de las innumerables kojimadas que hay repartidas a lo largo de todo el juego, o de la
más que obvia sensación de que estamos ante un juego inacabado. Y es que esos problemas entre Kojima y Konami seguramente
han lastrado el desarrollo de un juego que tenía todo para convertirse en el
mejor Metal Gear de la historia.
Una pena que el más
que probable último Metal Gear de su creador Hideo Kojima nos haya dejado este
sabor agridulce por esos fallos que penalizan un juego magnífico.
Puede ser que el tono general de la review tenga un cierto
tono pesimista que no le hace justicia al magnífico juego del que estamos
hablando, pero la coletilla de Metal Gear Solid en el título magnifica todo lo
relacionado con el producto final, tanto para lo bueno como para lo malo. Y en
el caso de un servidor, se trata de su saga favorita con todo lo que eso
conlleva.
Con sus momentos inolvidables en lo positivo y en lo
negativo. Con sus altibajos dentro de los títulos lanzados e incluso dentro de
cada juego de manera individual. Con sus incongruencias en el enorme universo
creado por el genio japonés. Con todo lo bueno y todo lo malo que Metal Gear
implica, no nos queda más que decir gracias.
Gracias Hideo por crear esta maravillosa saga llamada Metal Gear.
Gráficos: 9
Sonido: 9
Jugabilidad: 9.5
Diversión: 9
TOTAL: 9
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